Hay tres reglas para ser el mejor amigo de una princesa de la mafia:
1. No hagas preguntas personales.
2. No te presentes en su casa sin previo aviso.
3. Nunca, nunca dejes que nadie sepa que eres amigo.
Durante tres años, seguí las reglas. Vicky y yo nos reuníamos una vez por semana en el restaurante donde yo trabajaba. Yo era su parte de la normalidad, ella era la única persona en la que podía confiar. Puede que no fuera convencional, pero funcionó para nosotros.
Una noche, se desató el infierno y me vi envuelto en una batalla sangrienta en la que casi perdemos la vida. Terminé cara a cara con los peligrosos hermanos mayores de Vicky. Anthony, William y Nicholas Civella, los hombres hechos de la mafia de Kansas City.
Después de luchar por mi vida y demostrar que era digno, me trajeron a su mundo mortal. Era glamoroso pero retorcido. La tortura, la muerte y el crimen me siguieron a donde quiera que fuera, cincelando partes de mí hasta que ya no era el mismo.
Lentamente, traicioné a mi mejor amigo y me enamoré.
Lo más probable es que me arruinen. Esto entre nosotros tiene consecuencias mortales. Pero en este mundo criminal, estoy aprendiendo que las reglas no se aplican cuando eres el jefe.
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