Crecer en una familia como la mía estuvo lejos de ser normal,
pero no me gustaría tenerlo de otra manera.
Si bien la gente nos juzgaba desde fuera del parque de casas rodantes,
los que vivían en él nunca nos levantaban una ceja.
Ellos entendieron el fuerte vínculo que compartíamos
y, por lo tanto, el uno al otro era todo lo que necesitábamos.
Si bien nunca dejé que nadie me lastimara con su
juicio y miradas extrañas, luchaba contra mí mismo todos los días,
tratando de evitar cosas que hacían mi vida más difícil de lo que deberían.
Y cuando comencé a aprender más sobre mi sexualidad,
probando cosas nuevas con mis mejores amigos y tíos,
había un hombre que seguía jugando con mi cabeza.
Él era el único chico al que nunca pensé que me acercaría,
y nunca me había imaginado que él fuera el único que necesitaba para superar mis miedos desde el principio.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario